El tamaño del estómago y el hambre

No se puede hablar de un tamaño de estómago único ni por edades ni por tamaño del individuo. El tamaño va a depender de varios factores. Cuando nacemos nuestro estómago es muy pequeño. En realidad es diminuto : apenas cabe el contenido de una cucharada. Por esta razón el bebé necesita muchas tomas de leche materna o artificial ya que no es capaz de procesar en una sola ingesta toda la energía que necesita. A medida que el niño crece el tamaño del estómago va creciendo y por tanto las tomas pueden espaciarse.
El estómago es un órgano con forma de bolsa que se renueva y adapta continuamente. Recordemos que dentro de él se genera ácido clorhídrico para ayudar a coagular las proteínas. El ácido clorhídrico es extremadamente corrosivo, así que podemos suponer que las paredes internas del estómago están sometidas a una gran presión química. De no ser por la renovación de las células que forman la pared, el estómago se consumiría a sí mismo. La sensación de saciedad aparece cuando esta "bolsa" se llena. Si acostumbramos a comer abundantemente el estómago se irá haciendo más grande y cada vez aparecerá más tarde la sensación de saciedad. Por tanto comeremos más.
Los niños, y aún más los bebés, actúan instintivamente frente a la comida. Si se me permite el símil, actúan exactamente igual que los animales : comen cuando tienen hambre y saben, instintivamente, qué alimentos les son más propicios. Nosotros, como adultos, actúamos frente a la comida de forma instintiva pero también de forma cultural. Podemos comer alimentos que no nos gustan por agradar a quien nos lo ha preparado, o por compromiso o porque pensamos en las consecuencias que tendrá sobre nuestra salud o porque simplemente nos apetece un atracón.
Así que tenemos un niño cuyo estómago será proporcionalmente mucho menor que el de un adulto, pero ¿cuánto? Si un adulto pesa 80 Kg y su hijo de 5 años pesa 19 Kg, es prácticamente seguro que su estómago será al menos 4 veces menor que el del adulto. Podríamos decir que el adulto posee una capacidad de 2 litros, de manera que el del niño es de medio litro. Pero probablemente no lo sepamos. Pero lo podemos suponer. Ahora vamos a estudiar al adulto. Mide 171 cm y pesa 80 Kg. Supongamos que su peso ideal es de 72 Kg. Esto es, tiene un sobrepeso de 8 Kg. De esto se deduce, de forma muy general, que probablemente sus raciones sean mayores de lo necesario. Así que si dividimos por cuatro la ración del adulto y aún le restamos un poco, tendremos la ración óptima del niño. ¿Que parece pequeña, demasiado pequeña? A los ojos de este adulto, desde luego. Pero aún hay más.
Cuando hacemos dieta debemos cuidar sobremanera el aporte de micronutrientes (vitaminas y minerales) así como de macronutrientes (proteínas). Si comemos mucho nuestras raciones contienen suficiente cantidad de nutrientes para cubrir las necesidades de nuestro organismo pero al hacer dieta empezamos a sufrir carencias que a menudo se han de cubrir con la ingesta de suplementos vitamínicos y minerales. O comiendo mejor. Mucho mejor. En los niños ocurre lo mismo. Comen menos porque su estómago es más pequeño pero su alimentación debe ser muchísimo más eficiente. Los alimentos que no aportan los suficientes minerales y vitaminas son nefastos para ellos así como aquellos que no suministran las calorías necesarias. Por ejemplo hacemos un puré de zanahorias y se lo damos al niño. Hay ciertas posibilidades de que lo rechace. Los padres suelen pensar que se trata de un problema de sabor, pero ocurre que una ración apropiada al estómago del niño compuesta sólo de vegetales no aporta suficientes calorías : le sacia pero no le nutre. Así que se zampa el plato de verdura, se llena el estómago y es incapaz de comer el segundo plato de pollo, por ejemplo, que sí le nutriría al 100%. Pero no le cabe.
Y aún hay más. El adulto suele pensar que el niño necesita gran cantidad de calorías para crecer y desarrollarse. Es relativamente cierto. De hecho los niños desarrollan una gran actividad pero tienen un cuerpo pequeño y el crecimiento espectacular que tenía el niño hasta los dos años se pausa a partir de esa edad. El crecimiento es consecuencia de la edad, tiene un componente genético (padres altos, niños altos, ya se sabe...) y raramente se presentan casos de escaso crecimiento en el primer mundo debido a fallos en la alimentación.
Con esto ya tenemos una perspectiva fisiológica para situar la posible inapetencia en un lugar "lógico".






Por sólo 2.99 €

477 páginas


¿Cuántas familias sufren o han sufrido un calvario para lograr que su hijo coma? ¿Y cuántas veces han acudido al pediatra para obtener un poco esperanzador "ya comerá cuando tenga hambre"?

La inapetencia infantil puede ser un síntoma de una enfermedad pero cuando no existen causas aparentes que la provoquen estamos ante un problema de difícil diagnóstico, capaz tanto de generar conflictos familiares como de derivar a medio y largo plazo en trastornos alimentarios de mayor o menor calado. Es este tipo de inapetencia de la que trata este libro.

Lo cierto es que negarse a comer, si no existen razones que que lo justifiquen, es difícil de explicar. El ser humano, como cualquier otro ser vivo, come para vivir. Lo contrario significaría que no se desea vivir y eso va en contra del instinto de supervivencia.

La inapetencia infantil sin causa aparente no es una enfermedad, es un síntoma de algo desconocido y por tanto se situa en una especie de limbo donde muchos padres se sienten perdidos. Los especialistas en trastornos alimentarios ya sean psicólogos, nutricionistas o pediatras, con cierta frecuencia los miran con suspicacia o directamente los culpan de haber magnficado el problema. 

A día de hoy no se conoce con exactitud la razón por la cual un niño que no manifiesta enfermedad de ningún tipo no se alimenta como el resto de los niños ni en tiempo de ingesta, ni en variedad o calidad, ni en cantidad. Puede afectar al menor en cualquier etapa de su vida si bien suele aparecer cuando el niño comienza a alimentarse de sólidos.

Si bien se conocen los mecanismos que activan y desactivan el hambre todavía no se sabe por qué no funcionan como debieran en determinados individuos. Eso no significa que no se pueda aconsejar actuaciones muy paliativas que orillando las divagaciones téoricas vayan a lo práctico.

La inapetencia no es un fenómeno inusual ni se circunscribe a la niñez. Incluso aquellos que lo sienten como ajeno pueden padecerlo. Se es inapetente si evitas la ingesta de un grupo completo de alimentos, por ejemplo fruta o lácteos. También se es inapetente si nunca se tiene hambre y por ello se ingieren raciones muy parcas, sin que la intención de hacer dieta tenga nada que ver con ello. El tiempo de ingesta, por inusualmente largo, también indica que hay inapetencia. 

La inapetencia infantil marca el devenir del adulto que la padeció, aunque de ella no guarde ningún recuerdo. De hecho muchos de los trastornos alimenticios, leves en algunos casos, graves en otros, incluso las fobias y filias alimenticias que los adultos muestran se podrían trazar en su mayoría hasta la infancia.

El libro dedica extensos capítulos a la nutrición y a ciertas enfermedades provocadas por la comida o cuyo padecimiento puede afectar al apetito. No es absolutamente necesario leer estos extensos capítulos pero sí recomendable ya que os ofrecerá un visión global sobre la alimentación de los niños.

Finalmente este libro, a pesar de estar dedicado a los niños inapetentes, también puede servir de guía para los padres que quieran proporcionar una mejor alimentación a sus hijos. 


Capítulos : ¿Es tu hijo inapetente? · La evaluación del hambre · El tamaño del estómago · "Si no comes no crecerás" · Enseñando a comer al niño · Estrategias · Enseñando a comer al niño · La cuestión del tiempo en la comida · Cocinando para niños inapetentes · Enfermedades asociadas a la alimentación · Niños inapetentes obesos · Hidrocución · Mareos · Celiaquía · Bulimia · Anorexia nerviosa · Resfriado común  y muchos más...

Comentarios

  1. muchas gracias por esa informacion, todo sea por los hijos hay q alimentarlos muy bien

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  2. Vaya tontería lo del pollo, es un atraso que aún hoy en día se aconseje nutrir a los bebés con cadáveres putrefactos de animales criados a destajo, hacinados en granjas en la que nunca ven la luz del sol y les alimentan a base de cereal transgénico, complejos vitamínicos, antibióticos y de sus propios pollitos troceados.

    http://www.haztevegetariano.com/p/527/ninos_vegetarianos_ninos_mas_sanos

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    1. El cuerpo humano es capaz de sacar nutrientes de los vegetales, al igual que lo hacen los rumiantes, pero sin estar preparados para ellos (cuatro estómagos, etc.)

      a proteina que brinda el reino animal, es utilizada para el crecimiento del cerebro y si no la toma del alimento, latomará de su propio cuerpo, pero el cerebro no se queda sin proteina. Tu decides si se la das o tu cuerpo se canibalizará.

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