Productos ecológicos para niños

Los productos ecológicos se producen evitando que éstos entren en contacto con substancias que podrían ser tóxicas. En ellos no encontramos por tanto fertilizantes, insecticidas ni tampoco se envasan o distribuyen con conservantes o colorantes. Digamos que son productos que se cultivan o crían de una forma "pre-industrial". 
Hay grandes diferencias en cuanto a la presencia de substancias no deseadas entre un alimento producido de forma industrial y otro ecológico. No son diferencias alarmantes, de hecho las autoridades sanitarias dan el visto bueno a casi todos ellos, pero existen. Los elementos tóxicos que se encuentran todos los alimentos standard no son nocivos para la salud pero a veces se trabaja con ciertos márgenes de incertidumbre donde el consumidor  actúa como conejillo de indias sin saberlo. Por poner un ejemplo, algunos edulcorantes artificiales pueden provocar cáncer en ratones de laboratorio pero los fabricantes y las autoridades alimentarias indican que es poco probable que tengan el mismo efecto en humanos. "Poco probable" no es certeza absoluta.
Ante esta perspectiva sería plausible que los productos ecológicos fueran nuestra primera opción para llenar el carro de la compra ; no obstante esto no es en general posible porque cultivar o criar animales de forma ecológica tiene mayor coste de producción y ello repercute directamente en el bolsillo del consumidor. Mi recomendación a la hora de consumir productos ecológicos va siempre dirigida en primera instancia hacia el niño.
Todos vivimos rodeados de substancias tóxicas. Los productos de limpieza, los objetos que nos rodean, el ambiente y lo que entra por la boca siempre tienen añadidos no deseados. Dichos añadidos serán más o menos peligrosos según el tiempo de exposición a los mismos y su grado de virulencia. Los efectos "leves" ante una sobreexposición pueden ser la aparición de asma, urticaria, alergias y otros cuadros de diferente gravedad. Ante una situación así el consumidor sólo tiene que identificar la substancia causante del conflicto y alejarse de ella en la medida de lo posible. En otros casos los efectos son más sutiles porque aparecen a medio o largo plazo y las causas de los mismos no son fáciles de averiguar. Algunos productos tóxicos son capaces de alterar la estructura del ADN de nuestras células. La mayoría de las veces la celulas que crecen con errores en el ADN son detectadas y destruidas por nuestro cuerpo pero en otros casos pueden dar lugar a enfermedades graves. Se considera que el 30% de los tipos de cáncer pueden tener un origen en nuestra alimentación. La obesidad, la herencia y la edad son factores importantes a la hora de desarrollar esta enfermedad pero probablemente los orígenes de la misma se podrían localizar en bastantes casos en etapas muy tempranas de nuestra vida si el factor determinante fuera la alimentación.
Entre el nacimiento y los 4 ó 5 años el niño tiene un crecimiento espectacular. Las células de su cuerpo se multiplican para doblar la estatura como mínimo y multiplicar por cinco el peso de nacimiento. Ello supone crecimiento celular e ingentes replicaciones del ADN. A mayor crecimiento mayor posibilidad de error siendo que el sistema inmunológico de los niños no está desarrollado del todo, por lo que un factor externo contaminante puede iniciar un problema que ahora no sería aparente pero que tal vez acabaría apareciendo a la edad adulta o más dramáticamente durante la infancia. No quiero decir con esto que un niño que no come productos ecológicos es más propenso a contraer cáncer. Eso sería totalmente irresponsable y falso. Miles, millones de personas nacen, viven y mueren sin probar jamás producto ecológico alguno y desde luego eso no parece afectarles directamente como para causarles la muerte o padecimientos graves. Hay muchos factores que pueden desencadenar un cáncer u otros problemas directamente ligados con el ADN y por tanto alimentarnos con productos ecológicos no equivale a contratar un seguro. Digamos que proporcionar productos ecológicos a los niños da un cierto plus de seguridad a muy largo plazo, de saber que cuando sean adultos, si continúan con hábitos alimenticios saludables, por ahí al menos no vendrán los problemas. Porque tarde o temprano sufrirán contaminaciones. Está en el aire que respiramos, en el agua que bebemos, en la ropa que visten y también, para desconocimiento de muchos padres obsesos del baño diario, penetran por su piel - 7 veces más fina que la del adulto - cuando los enjabonamos.
Comer productos ecológicos es caro pero ya existen muchas asociaciones, vinculadas de forma espontánea, que plantean compras conjuntas a modo de economato e incluso me consta que en algunas autonomías se extendían ayudas extras para que los comedores escolares dispusieran de productos ecológicos. Merece la pena hacer un esfuerzo extra al menos durante sus primeros años de vida.

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