El sol también alimenta


La sensación de que los niños crecen más en verano no es subjetiva, realmente ocurre. Esto es debido a que pasan más tiempo al sol lo cual es imprescindible para sintetizar la vitamina D, además de que la luz solar también aumenta la secreción de la hormona del crecimiento. 

La vitamina D es la encargada del paso del calcio a los huesos y su ausencia no sólo causa una ralentización en el crecimiento sino que puede provocar raquitismo (de hecho también se la conoce como vitamina antirraquítica).

Hay dos fuentes principales de vitamina D :

  • La que se obtiene de alimentos que la contienen, como el pescado (principalmente salmón, caballa..) y en menor cantidad de la leche y los huevos


  • La que se sintetiza a partir del ergosterol y el colesterol procedentes de la dieta con la ayuda de los rayos ultravioletas, proceso que produce más cantidad de vitamina D que la obtenida de la ingesta directa. De hecho es posible no ingerir vitamina D directamente siempre y cuando se pueda tomar el sol al menos media hora al día.


Sin luz solar, no se produce vitamina D y sin vitamina D no hay crecimiento. De esto se deduce que todos necesitamos de la luz solar pero especialmente para los niños que se encuentran en la fase más importante del crecimiento.

Cuando los niños nacen los huesos del cráneo no se encuentran perfectamente soldados entre sí, observándose entre los mismos unas separaciones blandas que se denominan fontanelas. Si vuestro hijo nace en invierno lo más probable es que el pediatra os recomiende sacarlo de paseo a mediodía para que el escaso sol de la estación ayude a generar vitamina D y con ello las fontanelas se cierren en el plazo correcto que suele ser a los 12-18 meses.

No sólo los bebés necesitan sol, sino todos los niños, incluso los adultos. Llevarlos al parque después del colegio no se hace para que se agoten y duerman luego de un tirón – que también – sino principalmente para que reciban luz solar gracias a la actividad al aire libre. En invierno, si es posible, se deben llevar a mediodía o bien realizar durante el fin de semana actividades en el exterior. No obstante, a menos que vivas en un país donde hay sol incluso en las estaciones más frías, es de esperar que el niño crezca menos debido precisamente a la falta de radiación solar. Esto no significa que los niños deban tomar el sol como quien lo hace con fines estéticos, puesto que estar al aire libre ya es suficiente para recibir la luz necesaria. Tampoco debemos dejar de protegerlos de los rayos ultravioletas durante el verano ni mucho menos. Al contrario. El niño no necesita tanto sol como el disponible en verano y sí protección ante la excesiva cantidad de radiación ultravioleta.

Lo visto respecto al sol es doblemente importante en los niños inapetentes. Si comen menos y peor, y además se pasan el día encerrados en la escuela y en el hogar, es de esperar que su crecimiento se ralentice. Así que pensad en el sol como en otro elemento imprescindible en su dieta.

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